viernes, 8 de octubre de 2010

"PORNOSESION"



para David y Nando.

Aquella jornada los astros estarían a su favor según Esperanza Des-gracia.
El Kalo y el Rulas habían decidido tomarse aquel viernes de relax e invitar a un buen mozo a casa para compartir unas horas de forma amigable, juguetona, sabrosa. De vez en cuando lo hacían. Diez años de relación les abalaban y eran suficientes para dejar entrar en su recinto algún torso sediento sin temor a que los sentimientos tomaran un rumbo equivocado. Eran el perfecto equipo que ante todo, se amaban. Y desde esa complicidad se regalaban chulos constantemente, manteniendo así la llama de la pasión al rojo vivo. No les hacía falta un tercero sólo era una forma de sorprender al otro disfrutando también de la musculada ofrenda.
A pesar de todo ello aquella tarde sentían miedo. La luna, posada bajo sus respectivos signos, Aries y Leo, era un buen presagio pero no las tenían todas consigo. Muchas fueron las veces que habían convidado a un tercero y la cosa no emergía. Es difícil dar en el clavo y encontrar ese cuerpo que se amolda a otros dos que son como uno sólo. Asimilar un nuevo sudor, ver esa química correteando por la piel y la sangre (aunque no la veas), una conversación interesante y fluida con nervios maquillados, excitación previa ante el encuentro y el morbo añadido de quien entrara en su reino eran los pilares fundamentales para que encuentros de su clase en esta tercera fase tuvieran éxito. Habían sido miembros de memorables fracasos y era lo que esta tarde no se podían permitir. Su viernes de relax. Y si se aferraban era porque los astros estarían de su parte según le chivó la tele la madrugada anterior.
El primer paso fue abrir el www.recon.com, y allí, por mera casualidad apareció él, el tercero: un actor porno reconocido en el panorama nacional con el cual habían mantenido una ligera conversación en el pasado y motivo de sacos de pajas de tan unida pareja gracias a un pectoral fornidamente poblado y a sus 24 centímetros de dotación. Delirio para ambos. Dik VanDick era su nombre, pornográficamente hablando. Apoyados en la astrología decidieron mandarle un mensaje al que, atentamente, la estrella del celuloide respondió. La conversación transcurrió de lo más normal. Extrañamente normal. Una transparente y existente conexión entre los tres hacía que cada segundo fuera más morboso que el anterior, con ganas de conocerse física y sexualmente. El morbo por lo desconocido era una razón más que suficiente para decidir quedar. El actor de cine para adultos fijó una hora y propuso hacerles una visita, a pesar de que no vivían por el centro.


Tenían dos horas para prepararse y dejarlo todo limpio: sus cuarenta metros cuadrados, los ocho ceniceros, sus orificios que esta noche iban a ser, supuestamente, bien alimentados. Una vez recogido el modesto saloncito del barrio del Besos y sumidos a la espera comenzaron a ver películas del personaje tan ansiado y ahora próximo invitado. Era una buena manera de calentarse, entrar en acción. Y se sentían extraños al saber que pocos minutos atrás habían estado dialogando con ese tiarrón, icono, que millares de veces (como ahora) se había asomado a su pantalla, humedeciéndola. Mas lo más sorprendente era que en breve lo tendrían revolcándose en su sofá siendo ellos los mejores anfitriones.
Para relajarse del todo fumaron un porro de hachís bien cargadito y fue tal la fumada que se convirtieron en un plis plas en críticos del porno analizando cada plano, cada detalle, (la cámara lenta se hizo un denominador común), qué actor era bueno y cuál no qué director era más actual y cuál más morboso. También fueron los mejores jueces de VanDick en ese momento. Y se notó el no haber perdido detalle porque una vez la estrella del panorama nacional llegó al barrio obrero se engancharon a su boca sin dejarle saborear un hola. Se fundieron en un eterno abrazo, sin espacio para el aire, con movimientos espasmódicos, deliciosos, antinaturales, nada dogmáticos, con penetración incluida. Compenetración de la que no se pudieron desprender en una hora. Brutal polvazo gracias a haber empollado cada movimiento del tercero sumado al morbo y la profesionalidad del maestro del sexo. Eran máquinas, hormonas en crecimiento, torbellinos de placer, océanos de sudor danzando dando a luz mil gemidos, corridas kilométricas con la fuerza del placer. Y llegaron a sentirse satisfechos los tres encontrando lo que ellos estaban buscando y en su ciudad vagamente encontraban: actitud en un tío gay, machote, con pinta hetero que gozara como nadie y que follara como un Dios.
A Dik VanDick, el Kalo y el Rulas les había tocado el gordo a eso de las 10:23 de la noche. Bingo- murmuraron los tres al unísono.
Al acabar saborearon otro porro ya descansando en el sofá pringado y rojo que antes había sido ring, y al ver la pantalla de la tele que aun seguía encendida se pusieron a comentar cada escena de la película que se proyectaba (en ésta no aparecía Dik) donde cada movimiento no iba acompañado de su correspondiente actitud y por esta razón el debate se hizo interesante. Al no llegar a ninguna conclusión jugaron a los doblajes destornillándose de risa y dejando que bajara el éxtasis del combate que se acababan de regalar. El actor le contó secretillos del excitante mundillo que ellos escuchaban doblemente embelesados, que si a gente se confunde pensando que en el día a día son como en las pelis, que si la palabra actores ya dicen que están actuando, que eran gente de a pie, como ellos dos; y hablaron de temas varios sin pasar por el gym, la noche, las mejores marcas de moda y mariconadas varias. Eran tres tíos pasivos de alma hablando de la vida sin un ápice de pluma que descubrían las callejuelas del porno de primerísima mano, mundo que a el Kalo y a el Rulas les había hecho un guiño en más de una ocasión sin respuesta final de los mismos. La misma conversación fluida, natural y madura del www.recon.com tenía continuidad ahora en presente, cara a cara. Quizás le faltaba en sus vidas este viernes y haber puesto la tele la noche anterior para escuchar sus horóscopos. Y parecían estar muy a gusto. Prueba de ello era que comenzaban a liarse otro porro cuando...
Dik VanDick se fue... sintiéndolos colegas.
Ellos sonrieron sumando un folla-amigo en su listado de victorias.
Era verdad, esa noche la energía cósmica aullaba posada encima de Leo y Aries que, con la mejor actitud, pasaron un buen rato de aquel viernes ya casi inolvidable con un chulo que les bajaba el cielo a la tierra follando, charlando, explorando, bebiendo, fumando y sin parar de reir.



JAVIER BRAVO.
Barcelona, 4 de septiembre de 2010

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