miércoles, 17 de febrero de 2010

"DOS ROMBOS"




1.

Corría la soledad por noviembre cuando se tropezó con El.
Desde que lo había dejado con Ricardo, su novio de nueve años, aquel Madrid canalla se le había vuelto gris. Nada tenía que ver con aquella ciudad que descubrió por amor y que ahora le devoraba entero. Cada acera le recordaba fotogramas del pasado; las caricias robadas en los semáforos, las excursiones a la Gran Vía solamente para ver a los transeúntes y, con una bolsa de pipas, dejarse dopar por la prisa de la gente, por el caos y la mezcla de perfume y hachís.
Estaba hundido. Tenía que cambiar de chip. Ricardo ya se había ido, y ahora le tocaba seguir batallando con si vida, sólo, como cuando no creía en el amor. Era una tarea dura pero El sabía que tenía que salir de tal bache. Estaba cerca de rozar una depresión y no podía correr ese riesgo.
Con su mejor actitud se vistió de sonrisa esa mañana y salió a patear la ciudad, a recorrer las mismas calles de siempre, las de los recuerdos, pero esta vez con su pensamiento en blanco. Era una terapia necesaria, a la vez que enriquecedora porque descubría que su ex le estaba ocultando cosas de la urbe. Sin Ricardo encontró museos, el Lavapiés más kinky, el sex shop de Callao, el Palacio de Cristal...
Ricardo le absorbía.
Iba por la Plaza Vázquez de Mella aquella mañana (y en las nubes) cuando casi es atropellado por una bicicleta. Al incorporarse y componerse se topó en sus narices con colorido cartel.
4 EVER. -leyó dentro de su asombro por la singularidad del 4 (four).
Luego se percató que estaba delante de una semioscura y pequeña tienda de tatuajes que presumía de esquina.
Siempre he querido uno, pensó.
Y sin pensarlo entró.



2.


“4 EVER· estaba aparentemente cerrada aquella mañana. Cristo, la rubia tatuadora y dueña de la tienda, estaba en Florida recibiendo un curso de tres meses, y había dejado al cargo de la tienda a Marc, su ayudante, que esa mañana hacía un inventario.
_ Hola
- Hola- contestó el chulazo de Marc saliendo entre penumbras.
- He venido para informarme. Quiero hacerme un tatu, aunque aun no sé qué. Tienes libros de dibujos.
-Of course- respondió el “Memento” sin dedicarle ni una mirada.
A Marc no le cabía un tatuaje más en su esculpido cuerpo. Poseía una boca digna de un nativo de Senegal, y a pesar de ser invierno en aquella capital lucía unas bermudas bien justas que le hacían marcar todo el paquete. El mismo bulto que necesitaba El meterse en la boca para olvidar al omnipresente Ricardo.
Aunque el tatuador no fuera para nada de su gusto le atraía lo que abultaba en su entrepierna. Eran tiempos de cambios y El necesitaba un buen polvo para salir del holocausto y olvidarse tanta tontería. Un restregón viniera de donde viniera
Parecía muy ocupado Marc transportando cajas. Pero aun así se acerco y le dejó tres libros, gordos, con el mismo grosor de que ansiaba El meterse en la boca . Al dejarle los libros sin querer (¿?) Marc rozó su polla con la rodilla del otro, nuestro protagonista, que estaba sentado. Era rabaco, caliente, gordo, afín a sus gustos. Y El, de imaginación potente acto seguido e insofacto se empalmó. Siempre que se empalmaba se ponía muy colorado. Y ya comenzaba a ser un tomate. Marc se dio cuenta. Ya no parecía tan ocupado, porque en cuanto vio cómo crecía el pantalón de El cerró la tienda, interesado y directo.
- Sabes ya lo que quieres? Y en que zona?
El no sabía nada, sólo que su polla dura era más que evidente y que tenía unas ganas locas de lamer de arriba a abajo a ese tío, perfectamente feo según El. Nunca le habían gustado los chicos excesivamente guapos. Marc lo era..
- Si, creo que este de “CARPE DIEM”... aunque no me gustan mucho estas letras. Y puede que me lo haga encima del corazón.
Buen tatu tio, me gusta- reprobó Marc mientas le levantaba la camiseta con una media sonrisa húmeda. Y buen pecho además.-añadió, esta con una sonrisa total.
Cuando El quiso darle las gracias ya no tenía camiseta y sus labios estaban poseídos por las babas de Marc. Era una fiera. Eran unas fieras. Las bestias que llevaban dentro hacían su entrada y se conocían. Se desabrocharon los pantalones con una velocidad pasmosa, entre gruñidos y escupitajos para luego encontrarse cara a cara con sus sendos pollones. Aquello era el acabose. Menuda lucha de titanes Y haciendo un 69 encima de la mesa de dibujar de Cristo comenzaron a comérselo todo, recreándose primero en los huevos, luego las axilas, más tarde el líquido pre-seminal. En conclusión: todo.
Viendo en lo que se había convertido la mañana (y la tienda) Marc decidió echar el cerrojo y trasladar el chiringuito hasta el baño. Y allí fueron, con los pantalones a media pierna y las piedras que tenían como pollas al frente, en alto, y ligeramente curvadas. Marc encendió la luz. Él la apagó. Y en esa oda a la oscuridad el culo de El se encontró (intencionadamente creo) con el faro/falo de Marc que ya lucía un lubricado condón que engalanó con una capa de saliva. No hicieron más que apoyarse el uno en el otro y balancearse de alante hacía atrás para que aquel estudio de tatuajes se convirtiera en una sucesión de gritos que disimuló el tatuador encendiendo la radio, pegados como lapas, sin quererse escapar.
Y estuvieron horas en ese balanceo, ese dale que te pego, esa necesidad vital, recorriendo cada esquina del estudio y columpiándose en un sinfín de posiciones donde todo cabía, nada sobraba y todo se llenaba. Marc se había olvidado de su inventario y el fantasma de Ricardo se había olvidado de El. Al menos por un momento.
Se corrieron una hora y media después encima de un dragón que estaba a medio terminar. Ya dibujaría otro. Ahora era un dragón con llamas de semen, caliente, en una papelera, acabadito de morir. No importaba. Lo realmente importante era que ambos acababan regalarse uno de los mejores polvos de sendas vidas. Carpe Diem.
-Entonces -dijo Marc- recomponiéndose, pero aun con la polla morcillona- Quieres que te busque unas letras chulas?
El titubeó.
- Mmmmmm... Es que he cambiado de opinión tio. Mientras me follabas he pensado en hacerme dos rombos encima del coxis. ¿Que te parece?
- Guay- dijo Marc... se puede poner lo de Carpe Diem en un costado, en pequeño y en cursiva. Puede quedar chulo. Te haré un dibujo
- Si, me gusta. Cuando puedo pasarme?- Marc estaba sudado y El comenzaba a ponerse rojo otra vez, esta vez porque entró por un tatuaje y saldría con dos...O tres.
- La próxima semana ya te lo tendré, pásate cuando quieras.
- ¡Hecho! Y salió antes de que su rabo le jugara otra buenísima mala pasada.
- Espera que te tomo los datos... le lanzó Marc.
- Si. Soy Victor. Encantado, por cierto...- y le mostró sus dientes en una sonrisa picarona.
- Encantado Victor- y acercándose de nuevo le besó.


3.

Y le volvió a salir el color a aquel Madrid. Victor decidía atreverse a probar cosas nuevas. Una de ellas era Marc (de vez en cuando si este accedía), otra tatuarse dos rombos de los cuales sólo él y su ya tatuador favorito sabrían el verdadero significado de dicha marca. Estaba abierto a que Marc le tocara la piel. E incluso a él.
Comenzaba a olvidar a Ricardo.
Después de mucho tiempo sin fumar se encendió un cigarrillo, y lo disfrutó tanto que casi pierde una uña.
La siguiente semana estuvo todas las tardes rondando el 4 EVER para ver si veía a Marc, fumando como un carretero, buscando un improvisado encuentro, un encontronazo que le impulsara hacia otro revolcón.
Tropezaron muchas veces. Y casi siempre acababan arrinconados en cuerpo del otro, sin compromiso alguno. Era la primera vez para Victor que tenía una bonita y sana relación sin un lazo afectivo que fuera sólo el sexo. Estaba creciendo, aunque quedaba mucho por escalar.
Con el tiempo Victor ha aprendido a ver el Madrid de antes, con matices. Sigue en las nubes con casi media vida tatuada en la dermis. De vez en cuando se le ve rondando la esquina del 4 EVER esperando a que Marc, algo ya más gordo y rapado, termine de trabajar para chocar con él y saborear las calles de “los madriles” con sus risas y tapeo.
Siempre que se topan terminan revolcándose, degustando los nuevos tatuajes, lamiéndolos y haciéndose escarificaciones con saliva, en letra Arial de tamaño 18.
- Esos dos rombos que tienes sobre el culete somos tu y yo queriéndonos tocar , encontrándonos y pegados por una esquina.
Con estas palabras iniciaba la jugada Marc el ultimo día que se vieron, hace una semana.
Se sonrieron y se abrazaron bien fuerte.
Victor se puso rojo y Marc le socorró..



JAVIER BRAVO.
Barcelona, 25 de enero de 2010.

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